Articulos

Selección de articulos relacionados con el baloncesto de formación

martes, mayo 30, 2006

Enseñar o entrenar en divisiones formativas

Jorge Díaz Vélez · 15.02.2000

El basquetbol es un deporte apasionante, dinámico y extremadamente complejo, esto hace que enseñar basquetbol es posiblemente mucho mas difícil que entrenar basquetbol.
Por todos es sabido que en divisiones formativas el eje central de todos los entrenamientos es la enseñanza de los fundamentos técnicos y el juego, pero también es conocido que muchas personas que están a cargo de grupos de formación se dedican a implementar entrenamientos con un gran contenido táctico (jugadas, salidas especiales, jugadas de cierre, defensas mixtas, defensas zonales, etc.).
Nadie tiene la verdad absoluta en la enseñanza de este deporte, de hecho hay ejemplos de entrenadores exitosos con metodologías y filosofías de juego completamente diferentes, pero sí hay algo que todos los entrenadores exitosos tienen y es que poseen excelentes jugadores en sus equipos.
Creo que por ahí pasan los cuestionamientos de los entrenadores de divisiones formativas. ¿Deseamos armar buenos equipos o desarrollar buenos jugadores?.
Nuestro propósito o nuestra función pasa por mejorar a todos nuestros jugadores y de esta manera mejorar el equipo, es sabido que no todos podrán ser excelentes jugadores pero si todos podrán intentar lograr ser mejores cada día y ver hasta donde pueden llegar.
Es común observar como equipos de menores desarrollan un juego ofensivo estático plagado de sistemas o movimientos preestablecidos(aspecto este que no es mi intención debatir) pero en la observación del juego se notan falencias notorias en la técnica de pase, en la ocupación de espacios, en la técnica de ejecución de los bloqueos, en lateralidad para iniciar las ofensivas, etc.
Se pueden tener mil jugadas; pero si no se pasa bien el balón, si al momento de bloquear cometen falta ofensiva, si comienzan las ofensivas siempre por el mismo lado, si están todos jugando en espacios reducidos, de nada sirven. Si los jugadores sólo saben ejecutar aquello que el entrenador les ha dicho, si no tienen la suficiente capacidad para resolver los imprevistos del juego, entonces evidentemente los hemos entrenado y no les hemos enseñado a jugar baloncesto.
Suponiendo que nos hemos puesto de acuerdo y nos dedicamos a formar jugadores. En el baloncesto no se trata solamente de lograr el perfeccionamiento técnico, ustedes habrán observado infinidad de jugadores con una gran condición técnica y física que no han podido sobresalir, jugadores sobre los cuales se ha vertido este tipo de comentarios "no piensa", "no tiene cabeza", "es demasiado egoísta", etc.
La pregunta es: ¿ese jugador fue educado o entrenado en su etapa de formación? Tal vez haya entrenado mucho su capacidad física y técnica y evidentemente ha evolucionado pero..... ¿y la parte intelectual? Eso que los entrenadores llamamos "entender el juego". Considero que el basquetbol no es un deporte cualquiera para jugarlo bien se necesita desarrollar una gran condición técnica (se pretende jugarlo a mayor intensidad), una excelente capacidad física (cada vez es más dinámico)y también se debe poseer un profundo conocimiento del mismo más un equilibrio emocional que permita al gran jugador tomar la decisión correcta en el momento apropiado.
Está claro que no todos serán grandes jugadores, pero sí muchos podrán ser muy buenos jugadores y tras eso vamos los entrenadores de divisiones formativas.
Sé que hay muchos entrenadores con muchas ganas de hacer las cosas bien, cuando uno escribe un artículo es muy fácil decir: "hay que hacer esto o aquello", (en una pizarra o en un papel todos somos unos fenómenos)
En mi caso prefiero plantear interrogantes, cuestionamientos que puedan contribuir a que otros colegas puedan también del mismo modo planteárselos y resolverlos a su manera, con su propia metodología y luego poder comentarlo y de esa manera contribuir a mejorar la calidad de la enseñanza de este deporte.
Muchas veces esperamos el ejercicio salvador que nos solucione los problemas o el movimiento mágico que nos llene de satisfacciones, creo yo que en cada uno de nosotros está la solución a nuestros problemas sólo tenemos que buscarla.
Es importante aprender a encontrar soluciones simples para los problemas difíciles
Todos trabajamos en condiciones diferentes, con grupos diferentes y en países distintos con chicos cuya idiosincrasia es diferente, pero todos trabajamos en el basquetbol formativo y todos tendríamos que poseer el mismo propósito que es educar a través del baloncesto.
Sé que todos los entrenadores buscan ganar y muchos están o se sienten presionados por obtener triunfos,(si alguien encuentra a un entrenador que diga que le agrade perder obtiene un millón de dólares en efectivo).
Pero ése no es el problema central, sino la forma en la que se desarrolla el juego ,eso lo que se debate continuamente y para culminar este artículo dejo algunos cuestionamientos a consideración de quien lo lee.
¿No hay mayores posibilidades de obtener triunfos contando con 8-9 buenos jugadores que contando con solamente 2 o 3 como sucede habitualmente?

¿No hay mayores posibilidades de triunfar contando con jugadores que puedan resolver problemas por su cuenta dentro del campo de juego, utilizando apropiadamente sus habilidades atléticas?

¿Qué es lo más importante la táctica a emplear o los jugadores a utilizar?

¿Quienes resuelven el partido, los conocimientos tácticos del entrenador o la capacidad de los jugadores para ejecutar esos conocimientos?

Interesantes preguntas a las cuales cada uno buscará sus propias respuestas.

jueves, mayo 25, 2006

Seamos comprensivos

Por José Manuel Giner

El largo deambular por nuestro suelo baloncestista nos lleva a los " locos " de nuestro deporte a presenciar y vivir hechos y situaciones de todo tipo, y de una gran variedad.
Sirva este preámbulo para explicar uno de los muchos " casos " de los que todos hemos sido alguna vez testigos presenciales, pero que quedan en el anonimato y por tanto suelen darse con penosa frecuencia.
Me estoy refiriendo al mundillo de la competición en las categorías inferiores, más concretamente aun en el campo escolar y en las primeras edades.
Resulta que en esta parcela que nuestro baloncesto se alojan los personajes más variopintos imaginables. Desde buenos técnicos,-que ven en este, un campo básico para el futuro, como ciertamente es-, a profanos sin escrúpulos, pasando por jóvenes con ganas de aprender y de enseñar, por " carrozas " anclados en concepciones de antaño, por pedagogos de otras materias que intenta cumplir con más voluntad que acierto y por " rapaces " de victorias con las que saciar su soberbia,-posiblemente en contrapartida a sus frustraciones personales-que omiten las necesidades formativas del niño; un niño que lo que desea es aprender, jugar y divertirse con sus compañeros. Lo cierto en definitiva, es que hay de todo en esta viña nuestra.
Concretemos pues con un ejemplo vigente uno de los muchos casos que desgraciadamente se dan para esclarecer lo expuesto hasta aquí.
Resulta que un buen día, por las razones que sean, se te ocurre formar un nuevo equipo con niños o niñas que inicialmente poseen como único bagaje la ilusión. Te inscribes en una competición que crees adecuada, con el epíteto de " novatos ", y con apenas diez o doce horas de rodaje se te presenta el primer partido; la noche anterior los chiquillos apenas pueden conciliar el sueño, están expectantes ...
Pero ¡Ay! Más valdría que ese día no hubiera existido. Te presentas en la pista ajena en la que por desgracia te ha tocado ir, y ves a otros chiquillos correteando y exhibiendo sus habilidades con el balón; resulta que aquellos jugadores de doce o trece años, llevan ya tres o cuatro de experiencia. Ante tamaña desigualdad piensas en voz baja: " ¡Vaya estreno!; bueno, que le vamos a hacer!; mientras los míos se visten cambiarle impresiones con el entrenador contrario ", y lo haces, le comentas tus vicisitudes en la nueva empresa, y mientras, el, va asintiendo, dando muestras de comprensión y madurez, pero sólo aparentemente ya que....
Empieza el encuentro, te meten la primera canasta y ¡Oh! Sorpresa, te están presionando ¡Sí, sí! Te atosigan de buenas a primeras y 8,10,15, los puntos van cayendo ante la incomprensión de tus pupilos y de tus propias pupilas que no quieren creer lo que están percibiendo, además el entrenador (?)contrario vocifera exigiendo más y más a sus mentalizados jugadores. El balón no pasa de medio campo, los jugadores tampoco, todo se desarrolla en una pequeña extensión de terreno. En estos momentos el cielo se cierra para ti, piensas en el desconsuelo de tus chavales que reaccionan ante tal abuso de poder con la rabia lógica que genera un hecho como éste; ¿Qué vas a decirles?, ¿Cómo vas a restarle importancia, tratando de endulzarles ese agrio sabor? Te sientes impotente y cabreado al mismo tiempo, es normal. Te viene a la memoria aquello que les dijiste a los organizadores en el momento de inscribir a éste, tu nuevo equipo: " ponednos en un grupo flojito, somos noveles "; y ¡Cómo no!, por qué callarlo, mientas para tus adentros a las personas más allegadas a ese cerebro que está provocando tal desaguisado.
Llega el minuto veinte y suena la campana que interrumpe momentáneamente el bochornoso espectáculo presenciado; recapacitas, piensas en retirarte, en no aceptar por más tiempo aquel papel de comparsa burlado, pero no puedes ni debes, hay que sobreponerse; por muchos y evidentes motivos, hay que seguir.
¡Ah! ¿El marcador? Bien, gracias, 50-0. pero es que el resultado es lo de menos, que más da de cuarenta, cincuenta o setenta.
Lo triste es la forma, no el fondo. Tú habías iniciado a los tuyos con aquello de: "... hay dos partes: ataque y defensa... ", y la verdad es que ni han visto el aro donde debieran hacer lo primero.
¿Para qué seguir explicando? Una voz en el aire te interrumpe " no haber inscrito a este equipo. Debería haber sido consciente de su potencial ".
Discrepas. La competición es fundamental para el ser humano desde su infancia, aunque claro, observada noble y sanamente.
Además tú ya pediste que se incluyera en un grupo de principiantes y las preclaras mentes de los prebostes organizativos no atendieron tú demanda, pensando tal vez: " este, lo que quiere es un grupo fácil para ganarlo todo ", nada más lejos de la realidad.
Pero el tiempo, que dicen que todo lo cura, ha transcurrido y tus muchachos-as han evolucionado; por suerte aquella bofetada a las primeras de cambio fue superada.
Aquel K.O. primerizo no sirvió sino para reemprender el camino con mayor ilusión todavía, y quién sabe si os encontrásteis de nuevo los mismos actores, pero interpretando otra historia, con un desenlace muy distinto.

Aquel tiempo en que éramos mejores ...Rapsodia en gris

Por Joan Cerdá

Árbitros. Un mundo aparte en el universo del baloncesto. Un planeta cerrado, al que se mira con recelo y a veces, con algo de desprecio. " No fueron jugadores, no entrenan, no los quieren para directivos ni sirven como delegados ". Incluso los jugadores y entrenadores más calmados despachan el asunto con un "... déjalos. En la pista son más fuertes que nosotros y de nada sirven los enfrentamientos ".
Pero no es mi intención propinar un soberbio capón a la clase arbitral. Al contrario: Los juicios anteriores sólo deben aplicarse a quienes arbitran sólo por afán de protagonismo o en busca del cada vez más crecido " recibo "-esa crisis...-olvidándose que juegan con el dinero, las ilusiones, e influyen decisivamente en la formación de los más jóvenes.
Quiero dedicar estas líneas a plasmar mis recuerdos y anécdotas teniendo al color gris como común denominador. Quiero recordar con cariño y nostalgia a unos hombres que, seguro, arbitraran y arbitran aún por algo más que unas pesetas. Otra constante será el referirme sólo a hechos acaecidos en categorías inferiores. Algunos nombres serán de sobra conocidos, otros no pasaron de pitar escolares.
Para empezar, un hombre que llegó a la cumbre, Vilagrasa, D. Mateo. Uno de los mejores arbitrando juniors. Antes del partido, se tomaba la molestia de calentar. Durante el encuentro, corría como el que más. Mostraba el mismo interés y profesionalidad que si estuviera arbitrando a los grandes de la Liga. Muchos jugadores aprendieron con el a defender una línea de fondo, sabía aguantar con cuatro faltas al mejor jugador del equipo débil. Era, en suma, un educador. Para él, era lo mismo un modesto junior que la deslumbrante Liga. En cambio, de Carlos Bagué, el mejor sin discusión, no es precisamente un especialista en categorías inferiores. Aun recordamos un encuentro de minibasket, disputado en Mataró, en el que consiguió hacer llorar de rabia y tristeza a unos jugadores de " mini ", señalándoles varias faltas intencionadas y demostrando unos modos válidos para hombres pero no para niños. Otro que tampoco servía para estas categoría era José María Gavaldá, que pasaba muchísimo de los jugadores durante el encuentro, llegando incluso al sarcasmo. En la misma línea, Torrent, siendo su especialidad no moverse del centro de la pista, imaginando sus decisiones, más que viendo. En cambio, Torrent junior apunta unas excelentes maneras.
Uno de los casos más excepcionales lo protagonizó Velasco, hace unos pocos años; es la única ocasión en que el árbitro, en vez de resultar agredido, arremetió contra un jugador del club deportivo Layetano. Claro que era un equipo de Tercera... El castigo, una simple amonestación. Otro árbitro merecedor de figurar en estas líneas es el " primera B " Ollero, buen árbitro a nuestro juicio, y un excelente juez en categorías inferiores. Su principal característica es una fortísima personalidad, que a veces roza la chulería. No permite la más mínima protesta a los jugadores. Sin embargo, cuando es él quien juega, protesta y se queja hasta aburrirse al árbitro. Es de lo más difícil quitarle a Ollero...
Los de a pie
Son personas, árbitros que jamás coronaron su sueño. Se quedaron encallados en la mañana del domingo, pasando frío buscando el rinconcito donde tocaba el sol, atizándose el típico carajillo con los auxiliares de mesa, viejos conocidos. Juvenil, después el junior y a sufrir con los indomables seniors de tercera... Era la rutina amada. Porque aquellos árbitros amaban su papel. Disfrutaban y, durante unas horas, eran seres importantes. Quién no recuerda a Balasch (viejo conocido de los aficionados catalanes) con su bocata de chorizo, su faria, su perro y su eterna sonrisa... Tenía una peculiar manera de arbitrar. El diálogo era constante y positivo; jamás se le escapaba un partido.
Remontándome a mi época de jugador escolar, recuerdo la extrañeza que nos causaba a todos la peculiar manera de arbitrar de un joven colegiado. Creo que si fallecido era Calvo. Gesticulaba, saltaba al señalizar las faltas, adoptaba unas posturas la mar de raras. A nosotros, aun niños, todo aquello nos parecía muy de yankilandia. Años después nos dimos cuenta de que nos habíamos encontrado con el primer árbitro que vibraba con su cometido, que se integraba en el juego. Desgraciadamente, se retiró muy pronto, habiendo podido llegar muy lejos.
Llega un momento en que la anécdota, dulce o agria, sustituye al nombre propio. Un árbitro que llegó a figurar en Primera " B " consiguió chamuscarse los bajos de los pantalones, ante el regocijo general, al intentar secar con gasolina una cancha húmeda; el secreto de su éxito, encender el fósforo y quedarse medio del combustible. Otro colegiado señaló técnica a un jugador que se encontraba a sus espaldas por un presunto corte de mangas. Claro como como el árbitro era estrábico, su visión marginal le permitió tal hazaña, suponemos... Los más veteranos sienten una especial debilidad por el " calentamiento solar ", que consiste en no moverse del pedacito de pista donde a las nueve de la mañana ya calienta el sol. Otros, para estar en mejor forma, no tienen inconveniente en castigarse con unos buenos cigarrillos antes de que se inicie el partido de los seniors.
Unos son caseros, otros suicidas. " Un tiro y remate... " anuncian alguna vez. Me acuerdo del taxista, del abuelete, del " Íñigo ", tampoco podía faltar " pesadez ". Son parte de nuestra familia, compañeros de victorias y derrotas, robos y regalos. Son los emperadores del domingo, reyes por unas horas de unas canchas cubiertas tan sólo por el aire y las estrellas.

martes, mayo 23, 2006

Papá, ¿qué estás haciendo?


Extraido de Revista SALESIANOS Valencia por Francisco Merino

"No sé cómo decírtelo. Seguramente crees que lo haces por mi bien, pero no puedo evitar sentirme raro, molesto, mal. Me regalaste el balón cuando apenas empezaba a andar. Aún no iba a la escuela cuando me apuntaste al equipo. Me gusta entrenar durante la semana, bromear con los compañeros y jugar el domingo, como lo hacen los equipos grandes. Pero cuando vas a los partidos... no sé. Ya no es como antes. Ahora no me das una palmada cuando termina el partido, ni me invitas a un bocata. Vas a la grada pensando que todos son enemigos. Insultas a los árbitros, a los entrenadores, a los jugadores, a otros padres... ¿Por qué has cambiado?
Creo que sufres y no lo entiendo. Me repites que soy el mejor, que los demás no valen nada a mi lado, que quien diga lo contrario se equivoca, que sólo vale ganar. Ese entrenador del que dices que es un inepto, es mi amigo, el que me enseñó a divertirme jugando. El chaval que el otro día salió en mi puesto... ¿Te acuerdas? Sí, hombre, aquel que estuviste toda la tarde criticando porque "no sirve ni para llevarme la bolsa", como tú dices. Ese chico va a mi clase. Cuando le vi el lunes, me dio vergüenza.

No quiero decepcionarte. A veces pienso que no tengo suficiente calidad, que no llegaré a ser profesional y a ganar cientos de millones, como tú quires. Me agobias. Hasta he llegado a pensar en dejarlo, pero, ¡me gusta tanto!...

Papá, por favor, no me obligues a decirte que no quiero que vengas a verme jugar.

jueves, mayo 18, 2006

¿Pedimos ilusión?........Pues demos cariño

Por J.A. del Río

De la lectura de esa serie de artículos que ha empezado mi compañero y amigo, Juan Cerdá, referentes a esos tiempos en que todos éramos mejores-y especialmente más jóvenes-, me salió la idea del presente escrito. Sí, porque yo también tengo mis recuerdos y también me gusta comparar pasado y presente, no por nostalgia sino por extraer de la comparación resultados positivos.
Pero junto a ese tardío debut como infantil en el desaparecido campo de tierra del Santo Ángel-dos minutos que apenas si permitieron manchar mis flamantes " Keds "-, siempre me he quedado con esos horarios de entrenamientos, los únicos posibles en un colegio como el histórico La Salle Josepets, con una sola pista fin una docena de equipos. A las siete de la mañana, con el hermano Estivill-hoy sólo profesor de ignorado paradero-al frente, una decena de chavales nos enfrentamos a las veleidades del clima, no siempre propicio, en nuestros primeros pasos por el " ABC " cestista.
Finalizando el viaje mental en el tiempo, todo este preámbulo sirve de obligada introducción al tema de la ilusión de los jugadores al empezar la década de los ochenta. ¿Cuántas veces no hemos oído a los jugadores jóvenes, juveniles e incluso menores, quejarse de los horarios de entrenamiento o de las condiciones de la pista o de las pelotas? Normal, suele responderse, los tiempos cambian y, ante el mayor número de distracciones y posibilidades económicas de los jóvenes de hoy, sólo practicarán deporte si resulta cómodo para ellos, si no les cuesta ningún sacrificio excesivo el someterse a una disciplina de equipo. Tener que pasar frío en una cancha descubierta y trasnochar, o madrugar, en exceso está reñido, al parecer, con una asistencia cumplida y puntual de los jugadores a su cita con el entrenador.
¿Es esto cierto al cien por cien? Basándonos en nuestra experiencia cabe decir que si en una alarmante mayoría de los casos. Sin embargo, y rebuscando en mi agenda personal, hay indicios de que esta situación puede ser provocada, consciente o inconscientemente, por la propia idiosincrasia de nuestro deporte. O de los entrenadores, que viene a ser lo mismo.
Resulta que el firmante, al despedirse activamente del baloncesto más por motivos de estatura que de edad, se encontró de pronto, en el Instituto Nacional de Educación Física, vulgo INEF, con el rugby. Ninguno de los que aquí iniciaban hace unos seis años los estudios de educación física, en la primera promoción barcelonesa, conocíamos el deporte más que a través de esos televisados encuentros de las Cinco Naciones.
Claro que allí estaba un José Antonio Sancha, más educador qué profesor o entrenador, capaz de meternos el gusanillo en el cuerpo hasta el punto de hacernos abrazar plenamente la filosofía de este deporte, menos bruto y más técnico-táctico de lo que la gente piensa. Nació así el equipo de los " Osos Mrachosos ", del que me enorgullezco de ser uno de los fundadores, con un lema: " El rugny, un modo de hacer amigos ".
Y-¡Oh, increíble " revival"!-, me encuentro ahora, cercano a la treintena, levantándome a las 6 de la mañana para ir a Esplugas a entrenar a las siete, a placar y empujar la melé al aire libre, con un " viruji, " en esta época del año que para que les cuento. Junto a mí, otros cuarenta compañeros, todos bastante más jóvenes, campeones la mayoría de ellos en las más variadas especialidades deportivas-atletismo, natación, piraguismo, balónmano, etc.-e incluso una veintena de mozuelas, adelantadas de este deporte en España dentro de su vertiente femenina.
¿Por qué? ¿Qué tiene El rugby que no pueda tener el baloncesto? Especialmente, unión, amistad, entre los que lo practican. ¿O es que no han leído una y mil veces la increíble soledad de esos jóvenes jugadores, promesas de futuras " torres ", que emigran de sus pueblos a uno de los clubes grandes en busca de fama y dinero? Esta inadaptación primera podría ser motivada, en parte, por eso, por el propio dinero que incita a unas ridículas comparaciones entre los que defienden la misma camiseta.
Entrenar con ilusión. He ahí una de las preocupaciones de los entrenadores respecto a sus jugadores. Si lo consiguen, se consideran, no sin razón, como unos perfectos triunfadores. El problema es que muy pocas veces se produce esto, que casi siempre el jugador se queda solo, a mitad de camino entre un preparador excesivamente preocupado por triunfos y rendimientos y unos compañeros con ansias únicamente de jugar más que nadie. Es una competitividad, casi siempre mal entendida, que hace que tantos y tantos jugadores finalicen su contacto con el baloncesto al despedirse activamente de él. Ha sido, para ellos, un modo de no echar una barriga temprana. Casi nunca, una filosofía de vivir.
Si pedimos ilusión, demos cariño. Todos, directivos, entrenadores, delegados, jugadores, árbitros incluso, tenemos la obligación de ir más allá del simple enseñar un juego o un deporte, según los casos. Enseñarnos a amar el baloncesto, formemos jugadores que vayan por la vida presumiendo de serlo. Entonces, los sacrificios por jugar dejarán de serlo.

Conceptos Tácticos Prematuros

Por Josep M. Giner
El otro sábado fui testigo presencial de otro caso insólito de los que a un frecuentan en demasía las pistas de nuestros colegios.
Se jugaba un partido de infantiles correspondiente a la competición escolar entre dos equipos cuyos componentes no superaban los doce años de vida.
Por un lado el equipo visitante que, según palabras de su entrenador, llevaba un año participando en competición. Por otro, un equipo de reciente formación cuyo bagaje experimental se reducía a dos partidos y ocho o nueve horas de entrenamiento.
Pues bien, nada más empezar... ¡Sorpresa! El entrenador barbudo y calvo se muestra un forofo de los " conceptos tácticos prematuros " y ordena a sus pupilas una impersonal zona presionante.
" ¡Adiós, lo que faltaba! -me comenta para si el entrenador local-. Pero si hace apenas dos días les explicaba lo del campo-atrás y aún no han tenido tiempo de digerirlo. ¡Estamos apañados!, en fin observemos como se las arreglan... "
Y la verdad es que las novatas iban saliendo del atolladero por propia iniciativa. Su entrenador, asombrado, no tuvo necesidad de pedir tiempo para poner orden en la construcción del ataque.
¿Empezaba a funcionar todo aquello como... ?
" Recordar siempre hay que botar mirando hacia adelante..., éste es un juego de equipo, todos debemos colaborar para llevar el balón hasta el aro contrario..., mirad para pasar y buscad espacios libres para recibir..., ayudamos al compañero que tenga el balón, los otros cuatro se mueven para progresar, aprender a jugar sin balón... etcétera ". Y esto, que todo suena igual y parece una sarta de perogrulladas a simple lectura, son hábitos y conceptos fundamentales y no precisamente fáciles ni rápidos de adquirir.
Poco a poco nos vamos introduciendo en el subjetivo terreno de la filosofía de la enseñanza de nuestro deporte. Pero es que ahí debíamos ir a parar.
Uno, no pretende sentenciar ni sentar cátedra. Cada cual se traza una línea y procura ser coherente con sus ideas, lo cual, de por sí, es ya encomiable. Expongo lo que creo y todo el mundo tiene la posibilidad de hacerlo así; en esta casa cualquier opinión tiene cabida.
Volvamos. Pero ¿Y si este planteamiento general no existe?, o bien, si lo hay, ¿No serán unos principios pedagógicos erróneos? ¿Se preocupan nuestros enseñantes de aumentar sus conocimientos y modificar sus métodos y objetivos de acuerdo con su labor de formación?.
Retornando a la faceta concreta que nos ocupa ¿No es más lógico y adecuado trabajar los fundamentos defensivos de forma individual en los principiantes? Paradójicamente con el tema ¿No es en la meca del basket donde está sancionado el defender zonas?
Quede constancia de que servidor no está en contra de plantear cualquier tipo de defensa que se tercie. Pero ¡cuidado!, todo a su debido tiempo. No salen las raíces cuadradas si no se saben distinguir los números.
Dejemos iniciativa a quienes empiezan a disfrutar del juego. Demos vía libre a su creatividad y a su capacidad de improvisación. Todo, claro está, bajo unas normas flexibles de orden en el juego. Que sean ellos mismos los que descubran sus cualidades estratégicas. No impongamos tácticas de pizarra útiles-aunque en esto también quepa la polémica-en categorías superiores.
Bueno, ya está bien de monologar. Ahora es vuestro turno. Sois un número considerable de técnicos y aficionados los que debéis coger el testigo. Todo lo que hagamos será poco en beneficio del baloncesto, pero nos ayudará a todos a hacerlo mejor.
¡Ah! Por cierto, volviendo al partido que nos ha servido para plantearnos toda esta serie de interrogantes, no quiero omitir una curiosa anécdota que me comentaba para sus adentros el entrenador barbudo y feliz, que no calvo: " si supieras que mis jugadoras se ha enterado de que sólo hay nueve segundos para pasar de defensa ha ataque allá por el minuto diez o doce de la segunda parte... ".
Bien pensado, quizá en tal desconocimiento radicó su tranquilidad y con ella su éxito, ¿No les parece?